top of page

Autoestima: aprender a mirarnos con otros ojos 

​

Tener autoestima no se trata de repetirse frases positivas frente al espejo ni de sentirse seguro todo el tiempo. Se construye en la forma en que nos hablamos, en cómo nos tratamos cuando fallamos, en qué hacemos con nuestras dudas y nuestras sombras.
 

Muchas veces creemos que querernos más significa ser fuertes siempre. Pero en realidad, la autoestima nace de aceptarnos completos, con logros y tropiezos, con certezas y con fragilidades.

La mirada que nos forma
 

Desde muy temprano aprendemos a vernos con los ojos de otros: la familia, los vínculos, la sociedad. Si en la infancia no fuimos reconocidos en lo que éramos, si sentimos que debíamos rendir para ser aceptados, es probable que hoy nos cueste valorarnos más allá de los logros.
 

La cultura actual refuerza esa exigencia: en redes sociales abundan vidas perfectas, sonrisas permanentes, cuerpos ideales. Frente a eso, lo propio parece insuficiente. Y es ahí donde la autoestima tambalea: cuando dejamos de valorarnos desde adentro y nos medimos con varas ajenas
 

Hoy no solo nos comparamos con nuestro entorno cercano, sino con miles de vidas expuestas en redes sociales. Esa exposición permanente instala la sensación de que siempre deberíamos estar felices, productivos y exitosos.
 

La paradoja es que cuanto más intentamos cumplir con esos modelos irreales, más lejos quedamos de aceptarnos tal como somos. En esa tensión, la autoestima se debilita porque deja de apoyarse en nuestra experiencia interna y se ata a expectativas externas imposibles. Si este tema te resuena, podés leer también el artículo: - La exigencia de estar bien - 

Reconocernos sin compararnos
 

Construir autoestima no significa aislarnos de la mirada de los demás, sino no depender de ella para existir. Este camino no se recorre de un día para el otro. Implica poner palabras a viejas heridas, revisar exigencias internas y aprender a tratarnos con más compasión.
 

La terapia puede ser ese espacio donde lo que nunca fue escuchado encuentra lugar. Allí podemos revisar la voz interna con la que nos hablamos: muchas veces no es realmente nuestra, sino heredada de mandatos familiares o sociales. Cuando identificamos esa voz, podemos empezar a elegir con qué palabras queremos hablarnos hoy.
 

Si querés leer más sobre cómo trabajamos estos procesos en un espacio terapéutico, te invito a ver el artículo:  - Terapia: un espacio para comprenderte -

La autoestima verdadera no se mide por logros ni por comparaciones. Se construye en la intimidad de reconocernos tal como somos, y aún así elegir tratarnos con respeto y aceptación.

Aprender a mirarnos con otros ojos no es un destino final, sino un camino que se recorre todos los días, con paciencia, verdad y cuidado.

bottom of page