top of page

Terapia: un proceso para comprenderte

La terapia puede comenzar por muchos motivos, a veces es un malestar claro: ansiedad, insomnio, una ruptura, una etapa difícil ; otras veces no hay una razón concreta, pero algo se mueve por dentro: una sensación de cansancio, de desconexión o de no reconocerse del todo.
 

La terapia es ese espacio donde lo que pesa encuentra palabras, donde lo que parece confuso empieza a tener sentido, donde el silencio se transforma en escucha. Un espacio para detenerse, mirar hacia adentro y poder entender qué está pasando.

El espacio terapéutico: un encuentro con vos mismo
 

La terapia no es un manual de respuestas ni un lugar donde alguien te dice qué hacer, es un proceso que se construye con tiempo y presencia, semana a semana, palabra a palabra. Es un espacio para entenderte, acompañarte y darle lugar a lo que estás viviendo, tanto a lo que duele como a lo que todavía no se puede nombrar.

A veces, ese encuentro permite descubrir nuevas formas de mirar las cosas, tomar decisiones con más claridad o recuperar el sentido en momentos de confusión. La terapia requiere tiempo y compromiso, pero también ofrece algo valioso: un lugar estable desde donde poder pensar y sentir sin ser juzgado.
 

Si querés leer más sobre este tema, te puede interesar el artículo: - La exigencia de estar bien- 

Mitos comunes sobre la terapia
 

Todavía existen ideas erróneas sobre lo que significa empezar un proceso terapéutico.
Algunas de ellas pueden alejarnos justo en el momento en que más podríamos beneficiarnos de ese espacio.

 

“La terapia es solo para problemas graves.” También puede ayudarte a comprender malestares cotidianos o bloqueos personales.
“El psicólogo me va a decir qué hacer.” El trabajo no es dar respuestas, sino acompañarte a encontrar las tuyas.
“Hablar no cambia nada.” Poner en palabras lo que pasa puede abrir nuevas formas de entender y aliviar lo que duele.
“Hay personas que están años haciendo terapia.” No todos los procesos son iguales ni duran lo mismo. Va a depender del motivo por el que empieces y de cuánto desees sostener el trabajo.


 

Dar el primer paso
 

Comenzar terapia es una decisión importante, no hace falta tener todo claro antes de empezar; alcanza con sentir que algo necesita ser escuchado.
 

El primer paso no es señal de debilidad, sino de valentía: la de darte un espacio, reconocer lo que te pasa y permitirte empezar un proceso propio. La terapia no promete soluciones inmediatas, pero sí la posibilidad de un cambio sostenido, construido con tiempo, presencia y compromiso.

A veces, iniciar terapia es simplemente elegir no seguir igual.
Y en ese gesto ya comienza algo distinto: una forma de cuidado y de encuentro con uno mismo.

bottom of page